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Mumia

La esencia vital contenida en algun vehículo (Jîva, Vitalidad, que se une a alguna substancia material). Las partes del cuerpo humano, animal o vegetal, separadas del organismo, retienen por algun tiempo su potencia vital y su acción específica, como está probado por el injerto cutáneo, o trasplantación de la piel, vacunación, envenamiento por infección cadavérica, heridas anatómicas, infección por úlceras, etc. (Las bacterias son estos vehículos de vida). La sangre, las materias excretadas, etc, pueden contener vitalidad durante algun tiempo después que han salido del organismo, y puede existir aun alguna simpatía entre dichas materias y la vitalidad del organismo, y obrando sobre aquellas, este último puede ser afectado. Cítase un caso en que se practicó una operación plástica en la nariz de un hombre, trasplantando en ella un trozo de piel tomada de otra persona. La nariz artificial se conservó por espacio de largo tiempo, mientras vivió la persona de quien se tomó el trozo de piel; pero cuando ésta murió, la nariz del otro hombre entró en putrefacción. Igualmente se registran casos en que alguna persona ha sentido dolor por la presión de una piedra en una pierna amputada, que fue enterrada sin que lo supiera el operado, y el dolor cesó instantáneamente cuando se quitó la piedra. Esta simpatía que existe entra coincidencia del hombre y su cuerpo es la causa de que la forma astral de un muerto pueda sentir agudamente cualquier daño que se haga a su cadáver. El “espíritu” de un suicida puede sentir los efectos de una autopsia post mortem tan vivamente como si el cuerpo estuviese vivo. Todo esto no es sorprendente ni misterioso si recordamos que todas las cosas no son sino substancia de la voluntad hecha objetiva, y que la armonía que existe entre dos partes pertenecientes a la misma cualidad de voluntad no cesa necesariamente de existir cuando las dos partes se han separado. (F. Hartmann). Con el reciente descubrimiento de las vitaminas, la ciencia oficial moderna acaba de corroborar lo antes expuesto. Ha demostrado de un modo concluyente que el valor nutritivo de los alimentos depende principalmente de las vitaminas que contienen, o en otros términos, de su grado de vitalización. Los alimentos no vitalizados no sólo son causa de una nutrición deficiente, sino que además originan ciertas enfermedades (escorbuto, raquitismo, etc.). Los niños sometidos a la lactancia artificial no se desarrollan tan bien como los que chupan directamente la leche del pecho materno o de una buena nodriza. Se ha observado que las vacas alimentadas con pastos verdes producen una leche rica, cremosa y abundante, mientras que las que hacen uso de forraje seco dan una leche escasa y aguanosa. Por la ausencia de vitalidad se explica que un huevo o una semilla pierda la facultad de germinar después de transcurrido algun tiempo. En los saludables efectos que en nuestro organismo producen las exhalaciones vitales de las substancias orgánicas en estado fresco se fundan además numerosísimas prácticas, tanto de la medicina popular como de la oficial, tales como la aplicación de redaños, pieles de conejo, trozos de carne cruda y hasta orina y excrementos de animales en la parte enferma. En Roma, las personas decrépitas y valetudinarias acudían al Spoliarium para chupar las últimas gotas que manaban de las heridas de los gladiadores, absorbiendo con la sangre de los postreros efluvios vitales que debían vigorizas o rejuvenecer aquellos organismos extenuados por una dolencia o por la mano implacable del tiempo.

Enlace permanente: Mumia - Fecha de creación: 2012-09-09


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