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Plotino

El más ilustre, más grande y más eminente de todos los neoplatónicos después de Ammonio Saccas, fundador de dicha escuela. Era el más entusiasta de los filaleteos o “amantes de la verdad”, cuyo objeto era fundar una religión basada sobre un sistema de abstracción intelectual, lo que es verdadera Teosofía, o toda la esencia del neoplatonismo. Si hemos de creer a Porfirio, Plotino no reveló jamas el lugar de su nacimiento ni su fijación, su país natal ni su linaje. Hasta la edad de veintiocho años, nunca había podido encontrar un maestro o una doctrina que le satisficiese o llenara sus aspiraciones. Entonces acertó oír a Ammonio Saccas, y desde aquel día continuó asistiendo a su escuela. A los treinta y nueve años acompañó al emperador Giordano a la Persia y a la India, con el objeto de aprender la filosofía de estos países. Murió a la edad de sesenta y seis años, después de escribir cincuenta y cuatro libros sobre filosofía. Tan púdico era que de él se cuenta que “se sonrojaba al pensar que tenía cuerpo”. Alcanzó el samâdhi (el supremo éxtasis o “unión con Dios”, el Ego divino) varias veces durante su vida. Como dice uno de sus biógrafos, “hasta un punto tal llevaba su desprecio por sus órganos corporales, que se negó a hacer uso de un remedio, considerando que era indigno de un hombre emplear medios de esta clase”. Leemos además que “cuando él murió, un dragón (o serpiente) que estaba debajo de su lecho, escurrióse por un agujero de la pared y desapareció”, lo cual es un hecho significativo para el estudiante de simbolismo. Plotino enseñó una doctrina idéntica a la de los vedantinos, esto es, que el Espíritu-Alma que emana del Principio-Uno deífico se reunía con El después de su peregrinación. [Esta idea la expresó claramente al morir pronunciando las siguientes palabras: “Voy a llevar lo que hay de divino en nosotros a los que hay de divino en el universo”. Creía también en la reencarnación, y aunque al principio rechazaba la teurgia, acabó por admitirla plenamente. Fue un hombre universalmente respetado y estimado, cuya instrucción y cuya integridad eran grandísimas. Clemente de Alejandría habla muy alto en favor suyo, y varios Padres de la Iglesia eran secretamente discípulos suyos. Sus obras fueron recopiladas por su discípulo Porfirio, que las distribuyó en seis partes llamadas Enéadas, porque cada una de ellas constaba de nueve libros.]

Enlace permanente: Plotino - Fecha de creación: 2012-09-09


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