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Salmodia

La recitación entonada de los salmos en cada una de las horas del Oficio Divino: Maitines, Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. En la entonación tradicional gregoriana a cada salmo le corresponde una antífona según el tiempo o la festividad, en un modo musical específico, que le da el carácter. De esa manera hay diversas entonaciones o cantinelas para el recitado según el carácter del salmo, de la hora, de la festividad, etc. Por otra parte esta manera de recitar un texto sagrado no es exclusiva del cristianismo, pudiendo encontrar formas semejantes en todas las tradiciones ortodoxas. El recitado entonado de los salmos con la entonación gregoriana se mantuvo hasta el Concilio Vaticano II, después del cual se derrumbo esta práctica degradándose lo poco que queda de ella actualmente a un caos de cancioncillas y entonaciones empalagosas o simples recitados a voz natural, con la consiguiente pérdida del carácter contemplativo de esta práctica. Todo esto en el mejor de los casos, porque la mayoría de los cristianos han abandonado esta practica o la siguen de una manera superficial o como una incomoda obligación en el caso de las personas consagradas. Unicamente en algunos monasterios Benedictinos, y no en todos, se conserva y mantiene viva esta maravillosa práctica contemplativa legada por la tradición.

«La salmodia ha logrado descifrar el secreto consistente en la apertura de las palabras sin menoscabo alguno del espíritu; en concretar los sonidos sin, por ello, herir el silencio; en el recogimiento interior del alma que ora con la más personal de las plegarias, mas uniendo aquella con el alma del prójimo en una plegaria pública; en ofrecer al hombre la más emocionante y expresiva fórmula de sus necesidades, pero con súplica que se eleva por encima del objeto de éstas y en la que los gemidos del Espíritu concluyen en alabanza.

Nada que sea tan humilde y tan sencillo a la vez, tan sublime y tan gratuito, tan dinámico y tan contemplativo. Nada, que se halle tan exento de sobresalto, de exaltación, de la más mínima tentativa efectista, de la más mínima mirada sobre uno mismo. Por ende, el cuerpo toma parte en esta obra de alabanza. Y esta participación del cuerpo coadyuda a elevarlo sin exaltarlo, a ocuparlo sin disiparlo, a serenarlo sin ablandarlo. La aparente monotonía del recitado no es sino poderoso impulso de la interioridad del acento, de la reserva suprema de la Fe y del pudor divino del Amor.

En el sentido más alto de la palabra, la Salmodia es música espiritual, interior; y a la par, divina y humana, contemplativa y mística. En el fondo, constituye además una acción inseparable de la Eucaristía, un sacramento por el que se consuma la oración de Cristo en la Iglesia, por la gloria del Padre y la salvación del Mundo.» (Mauricio Zundel)

«La salmodia es siempre una fuente de salud; su melodía calma las pasiones; lo que es la hoz contra los matorrales, el salmo lo es contra la tristeza. Ya que el salmo, cuando es cantado, suprime la depresión del alma, destruye el dolor desde la raíz, atenúa las pasiones, etc.» (Proclus, patriarca de Constantinopla, siglo V)

Enlace permanente: Salmodia - Fecha de creación: 2014-12-25


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