Cubanía

O cubanidad, la podemos definir de forma vaga como una relación de pertenencia a Cuba. Es principalmente la calidad de una cultura específica —la cubana de Cuba—, es la condición del alma, es complejo de sentimientos, ideas y actitudes; el carácter, la manera de ser, de hablar, su condición distintiva, diferencia al cubano de lo universal. Lo cubano es también risa, humor criollo, fiesta baile, música, solidaridad humana. La verdadera cubanía surgió por la preocupación ante los destinos primero de la patria local, después por esta como país y, finalmente, a partir de los años 60 del siglo XIX, por la nación, fue precisamente por los valores morales que se fueron formando a través de su historia. No basta haber nacido en Cuba, deberle la vida y el porte, falta aún tener la conciencia de ser cubano y sobre todo la voluntad de querer serlo. Ella no se encuentra en la sangre, ni en el papel, ni en la habitación. Su esencia no podrá estar nunca atrapada en el discurso. Don Fernando Ortiz la identifica como un ajiaco–guiso típico, elaborado con viandas y trozos de carnes diversas, primero por los indios taínos, después enriquecido por españoles, africanos, franceses, asiáticos y otros. Siempre está en ebullición, siempre cociéndose, confluencia de muchas culturas, es el sello indiscutible de lo que nos identifica, de la mezcla, de la mesticidad como categoría cultural.