Asombro
En su sentido original, sin sombra. Cuando Aristóteles explica el origen de la filosofía, sostiene que los primeros pensadores, creadores de algunas teorías sobre el origen de la materia y el universo, actuaron movidos por el asombro y la sorpresa que les provocaba el espectáculo de la naturaleza. Ellos se niegan a ver el acontecer como la manifestación de historias representadas por seres sobrenaturales, y ya no repiten simplemente lo que siempre se ha contado, sino que cada uno elabora una explicación y comparece con su nombre, haciéndose responsable de lo que afirma. Sin esa energía básica el espíritu humano no se hubiese desplegado como lo conocemos. Esta concepción está presente en el campo de la creatividad, y es un aspecto a tener en cuenta para explicar los orígenes de este fenómeno.