De acuerdo a la taxonomía de áreas silvestres propuesta por Carroll (1992) para la identificación de las prioridades de conservación en paisajes humanizados y los remanentes que requieren manejo proactivo para prevenir la degradación seria de sus recursos y la extinción local de los representantes de la biota.
Los parámetros se agrupan en cuatro consideraciones:
- Especies, Hábitats y Recursos raros o exclusivos con particular atención a endémicos, amenazados y escasos.
- Hábitats pequeños y fragmentados con particular atención a corredores de migración y formaciones ribereñas.
- Sitios con localidades vulnerables con particular atención a la sensitividad situacional o de locales, como áreas urbanas expansibles o valles corriente abajo de grandes centros de contaminación.
- Áreas con baja resiliencia a las perturbaciones con particular atención a las zonas de baja productividad, de alta invasibilidad por exóticos y de baja taza de intercambio.
- Recursos clave con particular atención a aquellos cuya redundancia es nula o desconocida.