Disponibilidad corporal

Es la disposición personal para la acción, en la interacción con los otros y con el medio. Consiste en la construcción progresiva por parte de los alumnos de los conceptos, procedimientos y actitudes inherentes al empleo inteligente y emocional del cuerpo y sus capacidades. (Gómez Raúl H., 2002)

La disponibilidad corporal es un concepto ampliamente incluido en el lenguaje corporal de los psicomotricistas. El lenguaje verbal lo nombra y el lenguaje corporal lo incorpora, sin embargo esa actitud que se acepta y difunde como condición fundamental del saber hacer profesional, involucra al mismo tiempo incertidumbre al tratar de dar cuenta de su contenido, y cierta ambigüedad en su definición. La disponibilidad corporal es una actitud que se construye básicamente durante los procesos de formación corporal, y constituye el objetivo esencial de esa formación.

La disponibilidad corporal representa el valor alcanzado por las competencias psicosociomotriz y dependiendo de la gestualidad humana que se realiza en un cuerpo y en la espontaneidad; esto no significa acopio de movimientos hábiles por parte del sujeto, si no procedimientos y actitudes inherentes al empleo inteligente y emocional del cuerpo y sus capacidades.

Disponibilidad corporal en niños

Las actividad corporal del niño esta constituida por acciones sensoriomotrices, mediadas por funciones de asimilación, acomodación, validación y eficacización.

La actividad corporal del niño va a depender de sus necesidades biológicas, instintivas,afectivas y sociales, al mismo tiempo que dependerá de las exigencias del medio físico y cultural.

Las posibilidades gestuales del niño se realizan a través de un cuerpo disponible, mismo que traduce su espontaneidad y la ritualidad gestual del grupo social corriendo el riesgo de desfigurarse en camino a una autenticidad.

Al realizar una acción corporal se ponen en juego las funciones psicomotrices, la organización perceptiva y el ajuste motor.

La disponibilidad corporal representa el valor alcanzado por la competencia psicomotriz del niño favoreciendo la espontaneidad, la naturalidad y la individuación en las respuestas motrices; pondrá al niño en situación de resolver y afrontar las tareas inherentes a las configuraciones de movimientos socialmente circulantes, formando parte de la realidad lúdico-corporal.

“Los niños no nacen torpes..., los hacemos torpes.. .”, señala Liselot Diem; y esto puede ocurrir en la medida que les ofrecemos situaciones de aprendizaje desconectadas de sus reales necesidades, por debajo del nivel necesario, o bien, por sobre las posibilidades de resolución exitosa; así también, cuando les impedimos el ejercicio libre de su disponibilidad corporal que se manifiesta en la motricidad voluntaria. En cada uno de estos casos, la resultante es una posible marginación de la práctica por parte del niño, con consecuencias des favorables que anulan progresivamente este impulso motriz propio de la infancia.