Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558)
Carlos I de España y V de Alemania
Rey de España y Emperador de Alemania, hijo de Doña Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nieto de los Reyes Católicos. Debido a la política matrimonial de los abuelos, en este personaje se reunieron las herencias española, borgoñona y habsburguesa, coronadas por el título imperial. Nació en Gante, en los Países Bajos, y allí vivió hasta los 17 años. Recibió una excelente educación religiosa, ética y cultural a cargo de Adriano de Utrech, que más tarde sería Papa Adriano VI. Poco después de la muerte de su abuelo Fernando el Católico, emprendió el viaje a España. El nuevo rey no causó buena impresión en el corte castellana, ya que era muy joven, no hablaba español, desconocía los asuntos de España, y vino rodeado de un grupo de extranjeros que comenzaron a repartirse los cargos y los honores más altos, y que le ejercieron sobre él una gran influencia, particularmente Chievres. En las Cortes de Valladolid en 1519, celebradas para prestarle juramento, los procuradores protestaron abiertamente contra la explotación de Castilla por los extranjeros. Cuando se dirigía a Barcelona para presentarse a las Cortes de Aragón, le llegó la noticia de la muerte de su abuelo Maximiliano, que le abría las puertas a la corona del Imperio. Pronto los españoles sintieron los inconvenientes de su elección como emperador, primero el absenteísmo del rey, y también el aumento de los gastos reales. Las protesta, iniciadas en Toledo, se extendieron rápidamente a otras ciudades. En 1520, mientras Carlos se alejaba del país para ser nombrado emperador, dejando como regente a Adriano de Utrech, la revuelta de los Comuneros estalló al grito de “Viva el Rey y mueran los malos extranjeros”. Además del descontento por el abuso de los consejeros extranjeros, la revuelta encarnó la lucha de la burguesía o patriciado urbano contra la nobleza. Los Comuneros fueron derrotados en Villalar en 1521. En Valencia también estalló una revuelta, las Germanía, aunque de distinto carácter político. A la vuelta de Carlos I en 1522 los disturbios se habían calmado. Con el emperador, Castilla recibía nuevas ideas y valores europeos, y algunos grupos, sobre todo los intelectuales, acogieron con simpatía este espíritu. El erasmismo penetró más en España que en ningún otro país. Al mismo tiempo el emperador se fue rápidamente hispanizando, utilizando más y más españoles para los puestos de responsabilidad, y aprendiendo la lengua que llegó a utilizar y amar como si fuera su idioma materno. En 1525 se casó con Isabel de Portugal, abriendo paso a la unificación de la península durante el reinado de su hijo Felipe II. El imperialismo de Carlos V tuvo unas características peculiares, con un concepto patrimonial de sus territorios. La plenitud de la idea imperial llegó en 1530, cuando el Papa Clemente VII le coronó como Sacro Romano Emperador. La madurez del Emperador en este momento ya era patente, tenía una completa formación teórica y una experiencia que le hiciera llegar a ser, dando pruebas de gran inteligencia, un magnífico gobernante. Las batallas exteriores las libró en Francia, y la lucha contra los turcos fue otra de sus obsesiones, unida al ataque continua al movimiento luterano, un punto básico de su política. Fue un gobernante de viejo estilo, que dirigía personalmente los ejércitos y gobernaba a sus súbditos de forma directa. En 1543 abandonó España dejando el gobierno a su hijo Felipe. Con su marcha pretendió resolver el problema francés e intervenir en el asunto de la herejía. En 1545 se iniciaría un Concilio en Trento de gran transcendencia para la defensa del dogma y de la Iglesia Católica. Eligió España como lugar para su retiro y muerte, encerrándose en el monasterio extremeño de Yuste, alternando su vida de piedad y preparación para la muerte con sus pequeñas aficiones, particularmente la relojería.