Cisma de Occidente
Fue durante la administración de Constantino IX que se generaría un hecho de gran importancia y trascendencia para la Historia del Cristianismo: la separación definitiva de las iglesias cristiana ortodoxa Oriental y cristiana católica Occidental. Este cisma, ocurrido en 1054, causado por diferencias de interpretación en los campos teológico, ritualístico y en el relativo al comportamiento que debían seguir los clérigos, no representó más que la lógica culminación de un proceso de distanciamiento originado muchísimos años atrás. Recordemos tan sólo el escándalo ocasionado por la iconoclastía. Relacionado estrechamente con el desarrollo del movimiento reformista eclesiástico encabezado en Occidente por la abadía de Cluny, de donde partían las líneas a seguir en lo que se refería a la política propia del papado romano. El altercado entre el Papa León IX y el Patriarca Miguel I Cerulairo, desembocó en el cisma, la separación, de la Iglesia católica romana y la oriental en el 1054 y se mantuvo hasta 1965. En el siglo XV, cuando la Iglesia occidental gozó de gran prestigio en Bizancio, hubo intentos de zanjarlo, que resultaron infructuosos por la oposición del clero llano oriental.