Ambivalencia

“Pertenece a lo reprimido. La pérdida supone sentimientos de amor (desea continuar con la unión libidinal Libido-Objeto) y odio (desea la pérdida del Objeto, e incluso puede ser el causante de la pérdida, desligando Libido de Objeto)” (Ávila, 1990, p.42). Es importante recalcar que estos dos factores son fundamentales en la melancolía, ya que forma parte de la pérdida sufrida y el efecto de la pérdida sobre el propio yo, por ende quiere decir que la libido no se traspasa al objeto más bien se retrae a la identificación del yo con el objeto abandonado cuando hay una sustitución de carga erótica da como resultado que la relación erótica no puede ser abandonada a pesar del conflicto sujeto - objeto.

El término ambivalencia fue tomado por Freud de Bleuler, quien consideró la ambivalencia en tres terrenos: volitivo, en el cual el individuo desea realizar una actividad, que al mismo tiempo no desea realizarla; intelectual, en el cual el individuo enuncia simultáneamente una proposición y su contraria y por último el afectivo, en el cual se ama y se odia en un mismo movimiento a la misma persona Es por ello que la originalidad de este concepto permite observar la complejidad de las emociones, sentimientos o fluctuaciones de actitudes, en la cuales siempre va a existir una relación inseparable entre la afirmación y la negación (Laplanche y Pontalis, 2004, p.20). Este término aparece por primera vez en Freud en la dinámica de la transferencia, para explicar el fenómeno de transferencia negativa, se la descubre a menudo juntamente con la transferencia positiva, al mismo tiempo y teniendo por objeto una sola y misma persona, a lo que es denominado ambivalencia de las tendencias afectivas, por otro lado en los instintos y sus destinos introdujo este término en relación con el conflicto entre las actitudes de actividad y pasividad pulsional. (Guimón, 1993, p.60)