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Psicoterapia conductista

La terapia conductista no es simplemente, como se la veía antes, una moderna teoría del aprendizaje. Es algo más amplio, ya que abarca un enfoque experimental de la conducta humana en función de ciertos principios conductistas que influyen en el cambio de conducta en un contexto clínico. En este terreno, el terapeuta conductista siempre operacionaliza variables, aún las que son más abstractas como 'ansiedad' o 'depresión', operacionalización que se hace en función de conductas observables y medibles.

No debe confundirse terapia conducta con modificación de conductas, ya que por ejemplo también el electroshock modifica la conducta. Tampoco debemos confundirla con mecanicismo o frialdad, pues propone una interacción cálida y genuina entre terapeuta y paciente. Tampoco la terapia conductista es superficial, ya que utiliza términos teóricos en la medida en que están vinculados con la conducta observable. Además, no tiene en cuenta solamente lo actual, sino también la historia pasada del paciente.

Desde este enfoque, la personalidad es entendida como una variable interviniente, definida como la probabilidad 'x' de que cierto sujeto tenga ciertas tendencias conductales en la diversas situaciones de su vida. El cambio de conducta que propone el conductismo tiene en cuenta el conocimiento del paciente acerca de lo que le sucede (factor cognitivo).

La terapia conductista es abierta: no se cirscunscribe a sus técnicas en forma rígida sino que busca el aporte interdisciplinario. Esta apertura de los conductistas se advierte también en que han adoptado una orientación diversa respecto de los métodos de evaluación: la evaluación es previa al tratamiento y consiste en identificar la conducta-problema hacia la cual se orientará el tratamiento. Para identificar tal conducta, la evaluación se centra en diversos tipos de variables: los estímulos antecedentes, las variables organísmicas, la conducta desadaptada manifiesta y los cambios consecuentes de la situación ambiental (en suma: estímulo, organismo, respuesta y ambiente). Además de todo ello, se deberán establecer prioridades con respecto a cuáles conductas deberán modificarse en primer término.

Existen distintos procedimientos de evaluación. En la entrevista, por ejemplo, el entrevistador debe ser sensible a las señales del paciente y puede emplear técnicas de otras escuelas como el reflejo de los sentimientos, la clarificación, el resumen de lo expuesto, el uso de transiciones y las preguntas abiertas. Por ejemplo, el resumen de lo expuesto significa resumir al paciente qué conductas deberán concretamente modificarse, confrontando esto con la propia opinión del paciente.

Al mismo tiempo, el terapeuta irá observando la conducta del paciente. A diferencia de otras escuelas, el entrevistador conductista se centra en puntos específicos y busca información sistemática sobre antecedentes situacionales, variables organísmicas, dimensiones de la conducta conflictiva y sus consecuencias. Otros métodos de evaluación son la observación de situaciones de la vida real y de situaciones simuladas, así como también los cuestionarios por escrito y la autoobservación. Aunque los terapeutas conductistas atribuyen gran importancia a las técnicas específicas, la relación médico-paciente sigue siendo muy importante a los efectos de lograr un cambio de conducta. Esta interacción clínica de por sí sola suele darnos la oportunidad de mostrar ciertos aspectos de la conducta conflictiva. La influencia personal del terapeuta no solamente permite asegurar la colaboración activa del cliente durante las sesiones de consulta, sino también estimularlo para que intente nuevas conductas alternativas en la vida real. La relación terapéutica sirve asimismo para crear expectativas favorables de cambio y aumentar la receptividad al enfoque conductista por parte del paciente.

Los problemas más frecuentes que pueden resolverse mediante la terapia conductista son depresión, ansiedad, falta de asertividad (poca firmeza, dudas), autoconcepto negativo, crisis de identidad, etc. El clínico conductista deberá identificar bien el problema, lo cual implica a su vez identificar las variables de control, que son las que manipulará el clínico para modificar la conducta.

Por último, respecto de la ética de modificar conductas, la terapia conductista no es la única que tiene este tipo de problemas. Todo intento por cambiar la conducta de otro ser humano está siempre teñido de problemas morales. Aunque se han cometido locuras en nombre de la terapia conductista, puede decirse que es la que con más conciencia y objetividad fue en busca de nuevos conocimientos, conservando muy pocos mitos y revisando críticamente sus propias conclusiones. Las teorías y técnicas conductistas no implican desvalorizar al ser humano. Los beneficios ya obtenidos justifican el optimismo, por cuanto muestran que la terapia conductista contribuye efectivamente al desarrollo de la persona.

Goldfried M y Davison G, (1981) Técnicas terapéuticas conductistas. Buenos Aires: Paidós.

Enlace permanente: Psicoterapia conductista - Fecha de creación: 2018-03-27


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