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Nirmânakâya

(Sánscrito) Una cosa enteramente distinta, en filosofía esotérica, del significado popular que se da a esta palabra, y de las ideas de los orientalistas. Algunos denominan el cuerpo nirmânakâya "Nirvana con restos" (Schlagintweit y otros), en el supuesto, probablemente, de que es una especie de condición nirvánica, durante la cual se conservan la conciencia y la forma. Otros dicen que es uno de los trikâya (tres cuerpos), con el “poder de adquirir cualquier forma aparente para propagar el Budismo” (segun opina Eitel); y también que “es el avatar encarnado de una divinidad” (Idem), y así sucesivamente. El ocultismo, por otra parte, dice que Nirmânakâya, aunque significa literalmente un “cuerpo” transformado, es un estado o condición. La forma es la del adepto o yoguî, que elige o entra en dicho estado post mortem con preferencia a la condición de Dharmakâya o estado nirvánico absoluto. Y obra así porque el último kâya [cuerpo] le aleja para siempre del mundo de la forma, confiriéndole un estado de bienaventuranza egoísta, del cual no puede participar ningun otro ser viviente, por lo cual el adepto queda así privado de la posibilidad de ayudar a la humanidad, o a los mismos devas. Como Nirmânakâya, sin embargo, el hombre deja detrás de él sólo su cuerpo físico y conserva todos los demás “principios”, excepto el kámico, porque lo ha extirpado para siempre de su naturaleza, durante la vida, sin que pueda jamás resurgir en su estado post mortem. Así, pues, en vez de entrar en una buenaventuranza egoísta, elige una vida de propio sacrificio, una existencia que termina solamente con el ciclo de vida, a fin de poder ayudar a la humanidad de un modo invisible, pero sumamente eficaz. (Véase la Voz del Silencio, tratado III, Los Siete Portales). Por lo tanto, un Nirmânakâya no es, como se cree vulgarmente, el cuerpo “con que aparece en la tierra un Buddha o un Bodhisattva ”, sino aquel que, sea un chutukta o un khubikhan [véanse estas palabras], un adepto o un yoguî durante la vida, se ha convertido desde entonces en un miembro de aquella Hueste invisible que sin cesar vela sobre la humanidad y la protégé dentro de los límites kármicos. Tomado erróneamente, a menudo, por un “Espíritu”, por un Deva, por Dios mismo, etc., un Nirmânakâya es siempre un ángel protector, compasivo, un verdadero ángel guardián, para aquel que se hace digno de su ayuda. Cualesquiera que sean las objeciones que puedan presentarse contra esta doctrina, y por más que se niegue, porque, a decir verdad, hasta ahora nunca se ha hecho pública en Europa, y por consiguiente, puesto que es desconocida de los orientalistas, debe ser necesariamente “un mito de invención moderna”; nadie se atreverá a decir que esta idea de auxiliar a la humanidad doliente, a costa del casi interminable sacrificio de sí mismo, no es una de las más grandes y sublimes que hayan salido del cerebro humano. [Véase: Voz del Silencio, II, -Nirmânakâya (literalmente, “cuerpo, envoltura o vestidura libre de egoísmo”) es aquel que ha purificado todo su ser de un modo tal, que ha llegado a sobreponerse a la divina ilusión de un devachanî (habitante del Devachan). Tal adepto permanece en el plano astral (invisible) relacionado con nuestra tierra, y desde entonces obra y vive en posesión de todos sus principios, a excepción del Kâma-rûpa y del cuerpo físico. (Doctrina Secreta, III, 446). –Véase: Dharmakâya, Sambhogakâya y Las tres Vestiduras. ]

Enlace permanente: Nirmânakâya - Fecha de creación: 2012-09-09


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