Glosario Teosofía / Término
Uno de los principales elementos de las religiones exotéricas. Si leemos y meditamos bien las siguientes palabras de San Mateo, encontraremos en ellas la norma fiel que ha de guiarnos en la oración: “Mas tú, cuando orares, entra en tu cámara, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público… No os asemejéis a ellos (a los gentiles), porque vuestro Padre sabe lo que habéis menester antes que se lo pidáis” (VI, 6-8). –El significado de este pasaje es que, una vez concentrados en nosotros mismo y cerradas las puertas de los sentidos a toda suerte de impresiones exteriores, fijemos nuestro pensamiento en el Espíritu de Dios que mora en el sagrario de nuestro corazón, en nuestro YO interio, único Dios que podemos conocer, procurando con perseverante esfuerzo elevarnos a El y obrar siempre de acuerdo con su voluntad, con el designio divino. Así, pues, el verdadero teósofo, en vez de orar ante seres creados y finitos y de dirigir sus preces a lo Absoluto, que es una pura abstracción, trata de reemplazar la oración, vana y estéril, con actos meritorios y buenas acciones, ajenas por completo a todo interés personal, tanto a lo que se refiere a la vida presente como a la futura. La oración, tal como generalmente se entiende, paraliza la actividad y destruye en el hombre la confianza en sí mismo. Por otra parte, si una persona consigue un bien moral o material con sólo dirigir sus ruegos a un Dios o a un santo, ¿de qué recompensa es merecedor en perfecta justicia? Además, ¿a qué pedir nosotros, pobres ignorantes, gracias y dones a una Divinidad omnisciente, que, como tal, sabe mucho mejor que nosotros nuestras necesidades? Esta reflexión es de mayor peso aun si tenemos en cuenta que las más de las veces la oración obedece a móviles puramente egoístas, puesto que pedimos con afán favores personales que redundan en daño de nosotros mismos o en grave perjuicio de nuestro prójimo. He aquí en qué términos se expresa Mr. Leadbeater sobre este punto: “Yo mismo siento aun, como teósofo, lo que siempre sentí como sacerdote de la iglesia cristiana: que rogar a Dios en favor de uno mismo o para lograr alguna cosa personal, implica falta de fe en El, pues denota claramente que Dios necesita que le digan lo que conviene a sus hijos. Jamás me sentí tan seguro de lo que más me convenía, que me pudiera yo creer en disposición de dictárselo al supremo Gobernador de cielos y tierra. Siempre me ha parecido que El lo sabía mucho mejor que yo, y que, siendo Padre amoroso, ya hacía por mí cuanto podía hacerse, sin necesidad alguna de mis súplicas, con tanta más razón cuanto mis peticiones podían probablemente ir encaminadas al logro de un deseo que en modo alguno me conviniese”. (Véase: Inspiración, por Leadbeater, en el Loto Blanco de julio y agosto de 1917). Además, suponiendo que uno rece sus oraciones con verdadera devoción, y no de uno modo rutinario, maquinal y con ánimo distraído (que es lo más frecuente), la inmensa mayoría de las preces sólo sirven para halagar y satisfacer la condición egoísta, codiciosa y pedigüeña de los falsos devotos, que, como decía Ruiz de Alarcón:
“Tanto la intención cruel
sólo a este fin enderezan,
que si el Padrenuestro rezan,
es porque piden conél.”
Por último, ¿no es un notorio contrasentido y además una falta de sumisión a la voluntad divina formular peticiones y más peticiones conforme a nuestro propio gusto, cuando por otra parte, en la oración dominical, decimos a nuestro Padre celeste: “Hágase tu voluntad”? -La palabra “oración”, además del significado que generalmente se le da de ruego o petición, significaba principalmente en otro tiempo invocación o encanto. El mantra, o sea la oración rítmica cantada de los brahmanes, tiene precisamente este sentido. Para el teósofo y el ocultista, la oración no es una súplica o una petición; es más bien un misterio, un proceso oculto mediante el cual los pensamientos y deseos finitos y condicionados se transforman en voliciones espirituales y en voluntad. Tal proceso se denomina “transmutación espiritual”. La intensidad, la vehemencia de nuestras ardientes aspiraciones, cambian la plegaria en “piedra filosofal”, que transmuta el plomo en oro. Nuestra “oración de voluntad” se convierte en fuerza activa y creadora, que produce efectos de acuerdo con nuestros deseos. El poder de la voluntad se convierte en un poder viviente. (Clave de la Teosofía, págs. 66-70). –Véase: Mantras, Sonido, etc.
Enlace permanente: Oración - Fecha de creación: 2012-09-09