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Teurgista

La primera escuela de Teurgia práctica (del griego Theós, dios, y ergon, obra), en el período cristiano, fue fundada por Jámblico entre ciertos platónicos alejandrinos. Los sacerdotes, sin embargo, que estaban adheridos a los templos de Egipto, Asiria, Babilonia y Grecia, y cuyo oficio era evocar a los dioses durante la celebración de los Misterios, era designados con este nombre, o su equivalente en otras lenguas, desde el primer período arcaico. Los espíritus (pero no los de los muertos, cuya evocación se llamaba necromancia) hacíanse visibles a los ojos de los mortales. Así, pues, el teurgista había de ser un hierofante y un hombre experto en la ciencia esotérica de los santuarios de todos los grandes países. Los neoplatónicos de la escuela de Jámblico eran denominados teurgistas, porque practicaban la llamada “Magia ceremonial”, y evocaban los simulacra o imágenes de los antiguos héroes, “dioses” y daimonia (entidades divinas, espirituales). En los raros casos en que se requería la presencia de un “espíritu” tangible y visible, el teurgista tenía que suministrar la fantástica aparición con una parte de su propia carne y sangre: tenía que practicar la theopœa, o la “creación de dioses”, mediante un misterioso procedimiento bien conocido de los antiguos, y quizás de algunos de los modernos tântrikas y brahmanes iniciados de la India. Esto es lo que se dice en el Libro de Evocaciones de los pagodas. Esto prueba la perfecta identidad de los ritos y del ceremonial entre la antiquísima teurgia brahmánica y la de los platónicos alejandrinos. Copiamos de Isis sin velo: “El brahmán Grihasta (evocador) debe hallarse en un estado de completa pureza antes de aventurarse a evocar a los Pitris. Después de haber preparado una lámpara, una cantida de sándalo-incienso, etc., y de haber trazado los círculos mágicos que le enseñó el Guru superior a fin de mantener alejados a los malos espíritus, cesa él de respirar y llama en su ayuda al fuego (Kundalini) para dispersar su cuerpo”. Pronuncia cierto número de veces la palabra sagrada, y “su alma (cuerpo astral) escapa de su prisión, desaparece su cuerpo, y el alma (imagen) del espíritu evocado desciende hasta dentro del cuerpo doble y lo anima”. Entonces el alma (astral) del teurgista vuelve a entrar en su cuerpo, cuyas sutiles partículas se han agregado de nuevo (al sentido objetivo), después de haber formado de ellas mismas un cuerpo aéreo para el deva (dios o espíritu) que él ha evocado…” Y entonces el operador dirige a este último preguntas “sobre los misterios del Ser y la transformación del imperecedero ”. La idea popular predominante es que los teurgistas, lo mismo que los magos, obraban prodigios, tales como evocar las almas o sombras de los héroes y dioses, y otras acciones taumatúrgicas, mediante poderes sobrenaturales. Pero nunca fue así. Hacían esto simplemente por medio de la liberación de su propio cuerpo astral, que, tomando la forma de un dios o héroe, servía como un medium o vehículo, por cuyo medio podía alcanzarse y manifestarse la corriente especial que conserva las ideas y el conocimiento de dicho héroe o dios. (Véase: Jámblico).

Enlace permanente: Teurgista - Fecha de creación: 2012-09-09


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