Alcabala

Impuesto que gravaba las transacciones comerciales con un 5 %. Fue establecido por Alfonso XI en el año 1342 para financiar el sitio de Algeciras. Posteriormente, en el siglo XIV, se incrementó al 10 %. Este impuesto pertenecía a las rentas provinciales que afectaban a artículos de consumo. En la Edad Moderna sufrió incrementos del 1%, que se recaudaban aparte y que recibieron el nombre de “cientos”.

La alcabala nació con el objeto de que sólo fuera sujetos pasivos los pecheros (vasallos y estado llano), con exclusión de la nobleza y el clero, por entenderse que estos estamentos aportaban su contribución a la monarquía con otras obligaciones. A partir del siglo XVI el pago de alcabala estaba generalizado a todos los estamentos.

Los abusos cometidos en su recaudación fue una de la causas del alzamiento de la Comunidades de Castilla contra los políticos de Carlos V.

Era un impuesto de tipo acumulativo. El impuesto se sumaba al precio de coste de cada reventa. En el siglo XVII, el economista Álvarez de Toledo lo definía de la siguiente manera: “….la alcabala es imposición que no tiene límite: no sólo se paga alcabala del valor del género que se vende, sino de la cantidad que se ha aumentado con la alcabala de cada venta y de la ganancia del vendedor” (Ver encabezamientos).

A partir del siglo XVIII, dado el perjuicio que ocasionaba a la producción nacional al elevar los costes del factor de capital y la comercialización, así como del factor trabajo (los salarios debían ser más altos), el impuesto de alcabala se reforma en 1785.

En Castilla, estuvo en vigor hasta la reforma fiscal de Mon-Santillán en 1845 en que se suprime definitivamente, siendo sustituida por el impuesto sobre el consumo.