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Filosofía

La Filosofía, como la palabra lo indica, implicaba originariamente un amor a la sabiduría, una actitud requerida para llegar al verdadero conocimiento. Con el tiempo se fue olvidando esta finalidad, y quedó únicamente el instrumento preparatorio, que es el medio empleado, por otro lado contingente, o sea la estructura discursiva, racional e individual, que puede ser oral o escrita. No se comprendió más cual era la meta, o sea el verdadero saber, este último suprarracional, no discursivo y supra individual o sea universal. Es claro que para llegar a esta meta se requiere una formación espiritual previa, la cual supone la actitud filosófica antes nombrada y no una mera información dialéctica, teórica o erudita. Así la filosofía, especialmente en la época moderna, se fue como vaciando de su espíritu, el «logos» o «verbo», transmisible oralmente de maestro a discípulo, y se transformó en un conjunto de sistemas racionales. Cuando se posee el conocimiento real, se llega a comprender que el puente para llegar a él se torna descartable. Le tocó al Cristianismo asumir el papel que había perdido la filosofía, al significar una nueva realización del «logos» en la persona de Cristo. Esta última luz también se ha perdido con el mundo moderno, el cual es la más absoluta expresión del anticristianismo.

El plano intelectual puro, propio de la metafísica, fue negado implícitamente por la filosofía moderna, debido a su incapacidad para llegar a él. Esto ocurre debido a que el ámbito de discusión de esta última se desenvuelve en el campo de la manifestación universal, en cambio la metafísica señala la no-manifestación.

La filosofía en el sentido originario del término, traducía el verdadero conocimiento en el plano mental, y era un estadio discursivo preparatorio para llegar a la verdadera sabiduría, o sea al nivel informal. De éste se podía pasar al estadio metafísico puro perteneciente a la no-manifestación (realización metafísica). En sus comienzos la filosofía constituía el requisito formal para acceder al conocimiento. Constituía simplemente una actitud individual, preparatoria a la verdadera sabiduría. Lo expresa el sentido etimológico de la palabra: inclinación, tendencia o amor, hacia el saber. Pero insensiblemente fue cayendo de su sitial hasta legarse a la situación actual, en que prácticamente la filosofía es una teoría de las ciencias.

Dice acertadamente Guénon que «multitud de problemas y pseudoproblemas en filosofía son equívocos creados ex profeso y aparecen desprovistos de importancia y significado; son nada más que confusiones con puntos de vista individuales y arbitrarios (...) a veces, precisando bien un enunciado, éste se desvanecería, pero los pensadores actuales tienen el mayor interés en conservar esa imprecisión para poder discutir indefinidamente de cosas sin mayor consistencia y ocultando dificultades verbales, ya que la filosofía vive especialmente de equívocos (...) la falta de precisión característica del pensamiento occidental moderno, tanto en la concepción como en la expresión, permite discutir indefinidamente sin discernimiento y sin resolver nada» (R.G. Introducción General al Estudio de las Doctrinas Hindúes)

El esoterismo se fue perdiendo con la especulación filosófica y especialmente con el naufragio intelectual que oscureció progresivamente a Occidente. Recordaremos que Descartes, el pensador a quien se atribuye el inicio teórico de la modernidad en su dimensión filosófica, comienza el famoso Discurso del Método diciendo que «el buen sentido (o sea la razón, como especifica poco después) es la cosa mejor repartida del mundo». Tal opinión supone la nivelación de todas las inteligencias en base a dicha razón, o sea a los estratos inferiores del intelecto. Con tales premisas surge la filosofía moderna como puramente exotérica, y no puede tener un nivel profundo por el hecho de ser únicamente racional y discursiva. Además, el esoterismo implica preparación teórica y la existencia de una elite intelectual que sea fiel depositaria de la doctrina originaria; pero el punto de vista democrático y cuantitativo que prevalece en el mundo moderno, como consecuencia del decadente y fantasioso concepto de igualdad, hacen prácticamente imposible toda realización superior.

La Filosofía ha ido limitando progresivamente su campo de visión de la realidad, ya que al concebir una metafísica, la fue reduciendo al dominio del Ser puro como primer principio de la totalidad, y así edificó una ontología y no una verdadera metafísica. Esta última, al desenvolverse en el campo del infinito, engloba al Ser y al No-Ser. A su vez el No-Ser, principio no-manifestado, contiene al Ser puro, el cual es el origen de la manifestación universal. Esta limitación de la Metafísica tiene origen en Aristóteles, quien al definir la metafísica como «el conocimiento del ente en tanto que ente» la identificó así con una parte del Todo.

«No debe confundirse esta «Philosophia Perennis», que en verdad es una metafísica, con la "filosofía" empírica y sistemática que se enseña ahora en nuestras universidades, ni con las "filosofías" de "pensadores" individuales.» (A. K. Coomaraswamy)

Enlace permanente: Filosofía - Fecha de creación: 2014-12-25


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