Dionisos
Auténtico dios griego hijo de una mortal. Por su cuerpo circulaba sangre divina y sangre humana. En parte era un dios, en parte era un hombre. Desde el comienzo representó la unidad de lo distinto y la superación de la fragmentación. Dionisos fue hijo de Semelé, hija del rey de Tebas, y del gran Zeus, señor del Olimpo y dueño del rayo. Su nacimiento ocurre varias veces, y en cada caso es un verdadero triunfo. Dos veces fue despedazado y dos veces renació. La vida y la muerte cruzan su experiencia. Dionisos representa la inevitable dualidad, con todos sus conflictos. Nada en él excluye el juego de las oposiciones. Con Ariadne conoció la inmensidad del afecto, pero también la pérdida y el dolor. Descubrió la vid y el vino, y de allí en adelante nadie pudo ya desconocer la relación sutil en que se encuentran permanentemente los opuestos: desde el moderado placer, al exceso y la locura. Como ninguna otra figura, encarna el encuentro de realidades diferentes, lo que lo convierte en una especial metáfora de la conectividad.