Resistencias al Cambio
Todos los sistemas tanto naturales como sociales generan fuerzas o condiciones que actúan como obstáculos al cambio. Descontando excepciones notables como los superconductores o superfluidos, el fenómeno de la resistencia al cambio es habitual en todo tipo de sistemas. Esto quiere decir que siempre puede esperarse la presencia de elementos que frenen o retarden la materialización de una tendencia innovadora. Cuando se diseña un avión, usando una analogía mecánica, para conseguir un mejor resultado, se aplica tanto esfuerzo a conseguir una propulsión eficiente, como a concebir una configuración aerodinámica que minimice la resistencia que genera el aire. En los sistemas sociales la resistencia alcanza gran complejidad, porque no siempre es accesible a la observación, y porque implica la presencia de numerosos elementos de tipo psicológico, interpersonal y cultural. En el camino de los afanes de cambio se interponen valores, actitudes, hábitos, inercias, rasgos, intereses y temores, entre otros. Impulsar cambios de manera deliberada, es una tarea difícil aún cuando se cuente con los medios materiales necesarios. Una reflexión pionera sobre este fenómeno se encuentra en la alegoría de la caverna de Platón. En otro ámbito, conciente de este fenómeno, Maquiavelo afirma que iniciar un nuevo orden es una empresa de éxito dudoso, porque un reformador siempre tendrá como enemigos a todos aquellos que se han beneficiado del viejo orden, y apenas obtendrá un tibio apoyo de aquellos que posiblemente gozarán del nuevo estado de cosas.