Sabiduría
La sabiduría es un tema de larga historia. Parte de la esencia de la sabiduría consiste en mantener una actitud abierta hacia el saber, en la convicción de que siempre será incompleto y falible, manteniendo un equilibrio entre la certeza y la duda. Una persona sabia muestra una capacidad de razonamiento y un funcionamiento intelectual superiores, junto con la capacidad para desarrollar juicios pragmáticos y un nivel de reflexión que le permite beneficiarse de los errores. Esto se expresa en afirmaciones de carácter excepcional acerca de aspectos inciertos y problemáticos de la experiencia, particularmente cuando se trata de cuestiones para las que no hay soluciones a la vista, mostrando una comprensión profunda y abarcante de los aspectos involucrados. La persona sabia posee una capacidad de comunicarse sutilmente a través de la estructura de interés presente en los otros, estimulándolos hacia estadios más altos de complejidad y desarrollo. Además, el uso de la metáfora, la provocación, la sugerencia, el silencio, la paradoja y otros recursos comunicacionales, desplegados en el momento oportuno, le permiten especiales posibilidades de interacción. Cuatro aspectos claves son los siguientes: 1. Reconocimiento de la presencia de problemas inevitablemente difíciles en la vida de las personas. 2. Control total del conocimiento caracterizado por la profundidad y la extensión de la comprensión. 3. Reconocimiento de lo incierto del conocimiento y la imposibilidad de conocer la verdad de modo absoluto. 4. Capacidad excepcional para emitir juicios sólidos y ejecutables ante las incertidumbres de la existencia. El filósofo inglés Bertrand Russell señala que la sabiduría se vincula a un sentido de integración y a una firme concepción de los fines de la vida, postulando que esto es algo que la ciencia no proporciona. Entre muchos de sus rasgos destaca tres: 1. Un cierto sentido de la proporción, como una capacidad de tener en cuenta todos los factores importantes de un problema y de asignar a cada uno la importancia que se merece. 2. Una cierta conciencia de los fines de la vida humana. 3. Una integración del intelecto con el sentimiento, dado que no es raro encontrar hombres cuyos conocimientos son amplios y sus sentimientos mezquinos. Agrega que la sabiduría exige emanciparse en la medida de los posible de la tiranía del aquí y ahora, y en aproximarse hacia la imparcialidad. Sin duda la sabiduría tiene una relación sugerente con la creatividad. Al margen de precisiones más finas, aparece como un nivel superior, probablemente el más elevado, de la creatividad. La tendencia del hombre sabio a aceptar la incertidumbre como un aspecto sustantivo de la vida, y a manejarse en ella superando las oposiciones y los contrastes, es un rasgo saliente de creatividad. En el hombre sabio tenemos tanto el pensamiento como la acción, la duda tanto como la certeza, el sentido pragmático tanto como el sentido de los valores, la reflexión tanto como la interacción. En síntesis, se ubica en forma levantada, por sobre las antítesis típicas que complican la existencia de la mayoría de las personas.